La belle Verte

Esta película, que reconozco que vi por casualidad, está llena de referencias a la seguridad alimentaria.

Belle Verte


Título:
La belle Verte. Año: 1996 (Francia). Directora: Coline Serreau. Intérpretes: Coline Serreau, Vincent Lindon, James Thiérrée, Marion Cotillard, Samuel Tasinaje.

Nada más comenzar la película se nos muestra un banquete comunitario. Los habitantes del “planeta Libre” (traducción al castellano del título original) se reúnen para comer: comparten comida sana que, previamente, han cultivado y recolectado ellos mismos. Seguidamente, convocan una asamblea para exponer qué personas se encargarán de las tareas colectivas y las necesidades de cada uno: los alimentos, por ejemplo, que a unos les sobran son entregados generosamente a otros que los demandan, en un acto reflejo y cívico. Esta película, que reconozco que vi por casualidad, está llena de referencias a la seguridad alimentaria: en una de las escenas la protagonista, una ciudadana de este avanzado planeta verde enviada a la Tierra para investigar, no puede digerir un bocadillo debido a  su intolerancia a los productos, aparentemente inocuos, con los que está elaborado.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) define seguridad alimentaria como la situación en la que “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a n de llevar una vida activa y sana”. En sólo tres líneas se mencionan múltiples dimensiones relativas a una adecuada alimentación como derecho inalienable del ser humano: suficiencia y óptimas condiciones de salubridad de los productos alimenticios básicos, disponibilidad de recursos económicos para su adquisición (pobreza), o relación entre una adecuada alimentación y el desarrollo del individuo y la sociedad en la que vive. Pero, yendo un paso más allá, la FAO vincula en múltiples documentos estas cuestiones con, por ejemplo, el cuidado del medio ambiente como paso previo de un desarrollo sostenible; la lucha contra los desastres naturales (ciclones, terremotos), que minan los esfuerzos por recuperar el sector productivo; o las prácticas económicas internacionales que generalmente afectan a los más vulnerables, como la especulación con los precios de los alimentos. Resumiendo: la dificultad del concepto es directamente proporcional a la complejidad de la realidad del hombre.

Esta complejidad es la que provoca que haya que atacar el problema desde múltiples flancos. Hay que aumentar la producción rural de alimentos, potenciar las administraciones locales, asegurar el acceso al agua y su potabilidad, proporcionar a las familias viviendas equipadas, dotar al país de dispositivos eficaces contra los desastres, garantizar unas condiciones adecuadas de salubridad a los ciudadanos… El gobierno haitiano, a través de la Coordinación Nacional de la Seguridad Alimentaria (CNSA), dependiente del Ministerio de Agricultura, Recursos Naturales y Desarrollo Rural, intenta combatir esta lacra. Para ello actúa como supervisor de los programas que, en esta línea, ejecutan los diferentes organismos internacionales que trabajan en el país. Garantizar la seguridad alimentaria de todo ciudadano haitiano es asegurar el desarrollo de Haití. Pero, aunque me encuentro en este país, es necesario apuntar que cada estado tiene sus propios problemas de seguridad alimentaria, como España.  

Precisamente es la CNSA la que en su último comunicado señala como posibles agravantes inmediatos de la inseguridad alimentaria en Haití la temporada anual de ciclones, que podría provocar un rebrote del cólera, y el alto coste de los alimentos importados. Además, identifica varias comunas del Departamento del Sudeste como afectadas de inseguridad alimentaria crónica. Es en un buen número de esas comunas, como las de Belle-Anse o Bainet, donde trabaja Alianza por la Solidaridad desde hace años. Son muchos los proyectos orientados a paliar esta situación. Como voluntario de la organización he tenido la oportunidad de visitar la construcción de establos para la protección del ganado en caso de condiciones medioambientales adversas, de hablar con campesinos que participan en la plantación de árboles frutales y de inspeccionar una granja apícola que será embrión de un proyecto destinado a la producción de miel. En la agenda tengo, entre otras cosas, el reconocimiento de una lechería, un centro de transformación de productos del campo en manufacturas regentado por una asociación local de mujeres, o una jornada de vacunación de animales de granja. En suma, he de constatar que la seguridad alimentaria no es tarea fácil y ha de ser combatida con diversas herramientas.

Muchos son los guiños morales que percibí: me quedo sin duda con el del pintalabios. Y muchas las sorpresas que descubrí, como una jovencísima Marion Cotillard

Comentario de Iván Sevilla

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